Claros (pocos) y oscuros (muchos) de mi visita a Port Aventura

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Estaba pasando unos días de vacaciones a principios de agosto con mi familia política en un pequeño pueblecito del Pirineo catalán, cuando surgió la idea (entre mis hijos y sus primos) de ir a pasar un día a Port Aventura. Reconozco que personalmente no me entusiasman los parques de atracciones pero, teniendo en cuenta que hacía más de un año (pandémico) que mis hijos no se veían con sus primos, no pude negarme.

La planificación de la visita

Así que dicho y hecho. Empezamos a buscar información y precios en Internet y no nos quedó más remedio que posponer la compra de las entradas hasta hacerla presencialmente en taquilla para beneficiarnos del descuento por ser familia numerosa. Finalmente decidimos ir a Port Aventura el 3 de agosto en una expedición formada por 4 adultos y 5 menores.

Antes que nada quiero dejar claro que Port Aventura seguramente es uno de los mejores parques de atracciones (o temáticos, como queramos) de Europa e incluso del mundo. Las atracciones son impresionantes, la ambientación de cada área espectacular y muy bien cuidada, existen multitud de lugares de restauración y aún así te permiten introducir tu propia comida (no como en otros parques)…

Colas interminables

Sin embargo, a pesar de las excelencias del Parque, debo reconocer que en mi visita predominan los oscuros sobre los claros en un día que tenía que haber sido inolvidable para todos pero solo lo fue, y a medias, para nuestros hijos. La razón es sencillamente la sensación de haber pagado un precio excesivo por muy poca diversión. Supongo que la elección de la fecha no fue la mejor para disfrutar plenamente del parque pero ¿Cuándo voy a ir allí si no es en vacaciones y teniendo en cuenta que vivo a más de 600km?

Cada una de las entradas nos costó 62€ (con la reducción por familia numerosa), en la que estaba incluida la atracción Ferrari Land, que se paga aparte si quieres disfrutar de ella. El coste del parking fue de 12€ e incluyendo gasolina, peajes y consumiciones varias en el recinto, el coste total del día para los 5 miembros de mi familia superó los 500€.

Nada más llegar, a las 10:30 de la mañana, nos pusimos en la cola para intentar montar en el Ferrari Land, lo que fue un gran error. Tras casi dos horas de espera, y después de ser informados de que todavía nos quedaba una hora y media más en la cola, mi hija, mi mujer y yo decidimos probar en otra atracción dejando allí a nuestros otros dos hijos con sus primos. En la otra atracción elegida esperamos hora y media más pero también desistimos al saber que todavía nos quedaba otro tanto. El resultado fue que cuando nos volvimos a reunir, en torno a las dos de la tarde, mis hijos habían montado en una atracción y mi hija, mi mujer y yo en ninguna.

Decidimos entonces comer algo para volver con energías renovadas a las interminables colas y con la firme determinación de empezar a disfrutar por la tarde. El tema fue mejor y conseguimos montar en el Dragon Khan y en el Shambala (ambas impresionantes) tras esperar en torno a una hora en cada una de ellas. Luego, mis hijos exploraron otras atracciones mientras yo me montaba en un par de ellas que eran menores y no tenían tanta cola (unos tres cuartos de hora cada una). En el recuento que hicimos al final del día, a las ocho de la tarde, yo había montado en cuatro atracciones y mis hijos en cinco. Un balance verdaderamente desastroso.

Poquísimo tiempo de verdadera diversión

Si tenemos en cuenta que cada atracción dura un máximo de un minuto, en el mejor de los casos, mi verdadero disfrute del había sido de cuatro minutos tras haber permanecido allí diez horas. El resto del tiempo lo pasé pagando bebidas y comidas varias para todos. He calculado que pagué, siendo modesto, en torno a 20 euros por cada minuto de diversión efectivo.

Las comparaciones resultan odiosas pero no me queda más remedio que hacerlas. El forfait para un día completo de esquí, en la mejor de las estaciones, cuesta 45€ y permite esquiar desde las 9 hasta las 17 horas sin parar (actualmente las colas raramente superan los 10 minutos). Un videojuego ofrece horas (si no días) de diversión por el mismo precio de la entrada a Port Aventura. La entrada a cualquier piscina cuesta muchísimo menos y no se tiene que esperar cola para bañarse. Una entrada de cine cuesta menos de 10€ y la película dura 90 minutos como mínimo. En fin, podría pasarme todo el día incorporando ejemplos de entretenimiento muchísimo más rentables económicamente.

Es cierto que si se adquiere el pase exprés la espera se reduce a la mínima expresión, pero también lo es que el sobrecoste es de 25€ y solo permite cola preferente una vez por cada atracción.

Siento decirlo pero mucho me temo que a mí no me vuelven a ver por allí. O cambian mucho las cosas o, si se continúa priorizando de forma tan salvaje el negocio sobre la satisfacción del cliente, terminarán cargándose la gallina de los huevos de oro (o no, que hay clientela que se conforma con muy poquito).