Cuántas veces nos hemos hecho esa pregunta y cuántas hemos retrasado la decisión. Os respondemos ya: desde la aparición de los dientes de leche; es decir, dentro de su primer año de vida. Ante todo, por su futura salud bucodental, por prevención y porque los hábitos han cambiado para bien. Según el reciente Estudio de Salud Bucodental de Sanitas, la edad promedio para acudir por primera vez al odontopediatra es de 5 años. Este mismo sondeo nos deja otro dato: uno de cada cuatro adolescentes reconoce acudir al dentista solo cuando detecta algún problema. Pues no debe ser así. Y lo dicen los especialistas.
Algunos adultos –padres, abuelos, tíos- recordaréis con cierto ‘temor’ vuestra primera cita en la consulta del dentista. Seguramente no eráis tan niños y hasta algunos seguís teniendo hoy algo de miedo. Pues eso, desterrar temores –y por algo muy importante: el buen desarrollo de sus dientes y encías-, es lo que hay que hacer, y cuanto antes, mejor.
Concienciar, informar y desterrar malos hábitos
Para despejar dudas e informaros bien, hemos hablado con la doctora Berta Uzquiza Arauzo, odontóloga de Sanitas Dental (*). “Ha habido un cambio de tendencia. Se ha determinado que la primera visita al dentista es dentro del primer año, porque los dientes se están desarrollando y hay que empezar a marcar las primeras pautas de salud bucodental –señala la doctora-. Por ejemplo, para evitar las llamadas caries del biberón. Para ello, es importante concienciar a los padres para que los niños no duerman con la tetina del biberón en la boca, de que eviten la succión digital (chuparse el dedo) y de que muchos zumos, que tan bien se toman, pueden suponer un riesgo por el exceso de azúcar”.
Vuelta a la rutina… y cita con el odontopediatra
Hace ya días que los peques se han incorporado a las aulas. El verano les ha dejado vía libre para consumir helados, bebidas azucaradas y algunas chuches. Pues –y ya nos referimos a los ‘mayorcitos’- es hora de acudir a la consulta del odontólogo. Esta visita se debe realizar una vez al año. “En la etapa del recambio, cuando, a partir de los 6 años, aparecen los dientes permanentes y evolucionan los primeros malares para masticar, estas revisiones son muy importantes”, nos dice la doctora Uzquiza. “Hay que evitar problemas de mandíbula y, en algunos casos, colocar pequeños aparatos de corrección, porque si se deja para más tarde los tratamientos son largos y costosos”.
Cepillado de dientes desde los primeros meses y ¡miedos fuera!
Aunque no sean conscientes de ello, la actitud de los padres respecto a estas consultas médicas debe ser positiva. “El niño –señala la doctora- tiene que ver al dentista como a un especialista más, como al pediatra. No se debe transmitir el miedo. Y, cuando ya lo entiendan, hablarles positivamente de la necesidad de acudir a la cita anual”.
En cuanto al cepillado de dientes, según nos dice Uzquiza, se debe realizar desde que aparecen los primeros de leche. La doctora nos ofrece las pautas para hacerlo. “La superficie se limpia con una gasa, un dedal de goma o un cepillo especial para bebés, que se puede adquirir en farmacias, y un poquito de pasta dentífrica con algo de flúor para fortalecer el esmalte. La cantidad de pasta aplicable en bebés es de 1.000 ppm (partículas por millón), que está señalada en los envases. Con esta dosis, no pasa nada porque traguen el flúor. A partir de los 3 años la cantidad de dentífrico puede ser similar a la del tamaño de un guisante, y, desde los 6 años, la señalada en el envase como 1.450 ppm”. Como los chiquitines no pueden escupir, el aclarado tras el cepillado de dientes, se realiza humedeciendo los dientes con una gasa con agua. Pero si el flúor permanece más tiempo, el resultado de fortalecimiento es mayor. Si se siguen estas pautas sus dientes serán fuertes y su sonrisa os reconfortará.
(*) Berta Uzquiza Arauzo es odontóloga y coordinadora asistencial de la dirección médica Sanitas Dental.
