Mi excursión en tren a la Laguna de Peñalara

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Laguna de Peñalara Madrid

La excursión en tren a la Laguna de Peñalara es una de las rutas más clásicas, entre los amantes del senderismo, entre las que se encuentran en las cercanías de Madrid y, aunque es cierto que la subida tiene un desnivel considerable, se trata de una ruta muy sencilla que se puede realizar perfectamente con los niños. Todo el camino está perfectamente acondicionado y no existe ningún tramo complicado a lo largo del trayecto.

En los últimos años, la he recorrido en varias ocasiones en compañía de mis hijos e, incluso, en alguna ocasión con alguno de sus amiguitos. Siempre había utilizado la misma fórmula para acceder a ella, es decir, en coche hasta el aparcamiento de Cotos, para luego iniciar desde allí la ascensión a la Laguna.

Sin embargo, llevaba tiempo dándole vueltas a la posibilidad de cambiar el plan y sustituir el desplazamiento a Cotos en coche por un viaje en tren y, tras comprobar los horarios de cercanías de RENFE, ya no tuve ninguna duda ¡Iría con mis hijos en tren hasta Cotos para luego recorrer nuestra ruta favorita!

Bocadillos y cantimplora para subir a Peñalara

Preparamos unos bocadillos de tortilla, algo de picoteo para el camino, nuestras cantimploras, la protección solar, lo metimos todo en nuestras mochilas y nos plantamos en la estación de Chamartín a las diez de la mañana para coger el tren de cercanías de las 10:15 que nos trasladó hasta Cercedilla. Llegamos allí un poco pasadas las 11:30 y tras una espera de un cuarto de hora en la estación, cogimos el tren de Cotos sobre las 11:35. El recorrido en tren hasta Cotos es espectacular y te permite disfrutar de las magníficas vistas que ofrecen los pinares de la Sierra sin sufrir el agobio del tráfico. Además, para mis hijos, que no están acostumbrados a viajar en tren, supuso un plus de excitación e intriga esta nueva forma de visitar la Sierra.

Senderismo con niños en Peñalara

Llegamos a Cotos sobre las 12:15 y, tras apearnos, caminamos unos metros hasta divisar la clásica Venta Marcelino de frente. Antes de llegar a ella cogimos el camino asfaltado que conduce hasta el antiguo Club Alpino Español para desviarnos hacia la derecha e iniciar la ascensión por el camino empedrado que parte desde el centro de información del Parque Natural de Peñalara (no tiene pérdida) y que avanza bordeando la montaña entre un bosque de pinos.

Lo primero que nos encontramos es la Fuente Cubeiro y un poco más adelante el Mirador de La Gitana, desde donde se disfruta de una magnífica panorámica de la Cuerda Larga. Según continuamos avanzando por el sendero, desde donde la panorámica del Valle de Lozoya es espectacular, comienzan a escasear los pinos hasta que llegamos a la Fuente del Cedrón, última oportunidad para repostar agua hasta el final de la ascensión, y cuando se termina de bordear la loma se descubre ante nosotros el imponente Circo de Peñalara culminado por los picos de Dos Hermanas y Peñalara.

Poco más adelante, desechamos el camino que conduce a la Laguna de los Pájaros (eso lo dejamos para otra excursión) y continuamos recto por un camino entarimado, para proteger el entorno, hasta llegar a la misma Laguna. Es una lástima no poder darse un refrescante chapuzón, pero somos conscientes de que la preservación del entorno está indudablemente por encima de cualquier deseo y nos sentimos unos auténticos afortunados por poder comernos nuestros bocatas disfrutando de semejante espectáculo.

Como el cansancio se empezaba a notar y no quería que la jornada se nos alargara demasiado, decidí que nada más terminar nuestro almuerzo iniciaríamos el camino de retorno por donde habíamos ascendido con el objetivo de llegar a la estación de Cotos para coger el tren de vuelta a las 16:43. Llegamos allí con margen suficiente de tiempo, sin necesidad de acelerar la marcha, y tras una breve espera cogimos el tren tal y como había previsto.

El viaje de vuelta transcurrió plácidamente y con los niños medio anestesiados por el cansancio, llegando a casa en torno a las 19:30 poniendo fin a una jornada de senderismo que resultó francamente placentera y que, a buen seguro, repetiremos en más de una ocasión.

Esa noche, todos dormimos como auténticos lirones.