La gran mentira de los ‘no exámenes’ de septiembre

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examen

Desde el año pasado, la Comunidad de Madrid se sumó a la tendencia, ya iniciada hace varios años en otras comunidades autónomas, de adelantar los exámenes de septiembre a junio. Los principales argumentos esgrimidos por los defensores de esta medida se resumen básicamente en que de este modo se garantiza la denominada evaluación continua, se facilita la conciliación familiar en el verano, se ahorran costes a las familias al no tener que contratar clases de refuerzo para el verano y finalmente que los centros dispondrán de más tiempo para planificar con antelación el inicio del siguiente curso. Además, este nuevo calendario proporciona mejores resultados académicos entre los alumnos o como mínimo no empeoran.

Comenzando por este último argumento he de decir que, sobre la hipotética mejora o mantenimiento de los resultados académicos de los alumnos, el sentido común me hace pensar que nos intentan tomar el pelo ¿Alguien se puede creer que con tan sólo diez días reales de refuerzo académico se puede recuperar un curso completo? Tengo pocas dudas de que esta heroicidad es cosa de una pequeña minoría. Sin embargo, casi tres meses de refuerzo dan para mucho y, bien aprovechados, permiten tener opciones reales de éxito en cualquier materia.

Definitivamente, nos intentan tomar el pelo

conciliación familiar y resultados académicos

El tema de las clases de refuerzo en verano me lleva a reflexionar sobre el ahorro de los costes para las familias y llego a la conclusión de que nos siguen tomando el pelo ¿Qué es más caro, contratar refuerzo académico durante dos meses en verano o asumir todos los gastos que conlleva la repetición de un curso? Desde luego, si el alumno cursa sus estudios en un centro privado o concertado no hay ninguna duda, pero si lo hace en un centro público tampoco, aunque en menor medida.

Me llama especialmente la atención que la supresión de los exámenes en septiembre facilite que los centros dispongan de más tiempo para planificar con antelación el inicio del siguiente curso ¿Acaso no hay suficiente tiempo a lo largo de todo el verano para realizar esta planificación? Los exámenes de septiembre se concentran habitualmente en tres o cuatro días y, teniendo en cuenta que el número de alumnos que se presenta a ellos es mucho menor del habitual, las correcciones de los exámenes deberían ser casi inmediatas. En total no creo que se pueda llegar a ganar más de una semana de tiempo.

Otro aspecto que no llego a comprender, es por qué se garantiza la denominada evaluación continua mediante la concentración de los exámenes en junio y si alguien es capaz de explicármelo le agradecería enormemente que lo hiciera. Entretanto tengo la sensación de ser víctima del principio de orquestación que formaba parte del ideario publicitario de Goebbels durante el dominio nazi: “Si una mentira se repite suficientemente acaba por convertirse en verdad.”

Mejora de la conciliación familiar

evaluación continua

De entre todos los argumentos que he escuchado para justificar este adelanto de los exámenes de septiembre, el único que me convence, y tan sólo parcialmente, es el de la mejora de la conciliación familiar en el verano. Indudablemente la ausencia de clases de refuerzo ayudará a que todos los miembros de la familia disfruten plenamente de las actividades veraniegas pero ¿Quién no está dispuesto a realizar un sacrificio cuando la recompensa final es tan agradecida? Además, las nuevas tecnologías nos proporcionan un abanico de herramientas útiles tan amplio, que el impacto negativo del refuerzo escolar sobre el disfrute de las vacaciones en familia se puede minimizar considerablemente (facilidad en la búsqueda de profesores a través de Internet en cualquier punto de España, consultas o clases a través de videoconferencias, infinitos tutoriales disponibles en Internet sobre todas las materias, ejercicios de todos los tipos…)

A todo esto se debe añadir el tremendo despropósito de final de curso que sufren los alumnos que han aprobado todas las asignaturas. Desde mediados de mayo hasta el 21 de junio, supuestamente están obligados a asistir al centro escolar, sin ningún objetivo académico por afrontar, para participar en absurdos y variopintos talleres que en la inmensa mayoría de los casos no les aportan beneficio alguno a sus resultados académicos. Y digo supuestamente porque el absentismo durante este mes de final de curso se dispara hasta cifras espectaculares.

¡No, gracias!

A la vista del uso de unos argumentos tan rebatibles como los que nos han puesto sobre la mesa, he de decir ¡No, gracias! Les agradezco su preocupación por la conciliación familiar en mis vacaciones veraniegas, pero de ese tema ya me ocupo yo solito. Prefiero que se preocupen más por mejorar las condiciones de éxito de los estudiantes en sus resultados académicos y den marcha atrás, tal y como ya han hecho otras comunidades autónomas, en este sentido.

Mucho me temo que nunca llegaremos a conocer cuáles son las verdaderas razones que se esconden detrás de la adopción de esta medida de eliminar los exámenes de septiembre. También me temo que, a pesar de que una buena parte de la sociedad no esté de acuerdo con ella, la Administración de turno silenciará a los discordantes utilizando la más peligrosa de todas las mentiras que están de moda últimamente, la mentira estadística.