La telebasura infantil acecha

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Ser padre o madre hoy en día conlleva tareas suplementarias a las ya propias de esta condición (cuidarles, alimentarles, educarles, protegerles, entretenerles) que pueden ser incluso más complicadas que las tradicionales. La gestión de la información que proviene del exterior, y me refiero a los, a veces nefastos, nuevos adelantos tecnológicos: móviles, redes sociales, internet o videojuegos, necesita de muchas horas; sí muchas, de vigilancia y control para que no se desvíen por caminos indeseados.

Por si fuera poca labor, nos encontramos que hoy en día no podemos confiar –nada, nada- en la televisión actual. A pesar de las nuevas forma de comunicación, lo cierto es que según un Informe Ipsos, el 85 por ciento de los españoles todavía ve la televisión. Y esto significa que a los niños y jóvenes les sigue gustando y consumen sus programas.

La bola de cristal

Para un padre que analice someramente la parrilla televisiva actual no es de extrañar que pueda echar de menos los años ochenta donde existían espacios televisivos de producción propia que transmitían valores positivos a los niños. Hablamos de Barrio Sésamo, La Casa del Reloj, el Club Trastos o La Bola de Cristal, programas emblemáticos que marcaron, creo que de forma acertada, a muchos de los progenitores actuales.

No existe producción televisiva propia

¿Hay en la enorme oferta televisiva actual algún programa similar? Sin ser un experto ni seguidor de estos programas, me da la impresión de que no existe ninguno. Ya ni siquiera el programa Art Attack que fomentaba realizar manualidades y que parece ser que ha desaparecido de la programación.

Entonces, ¿qué ha pasado? ¿Por qué antes con apenas dos canales de televisión había programación infantil por la tarde, de calidad y destinada a los niños? Vale, la respuesta es obvia, los nuevos canales privados se decantaron por la audiencia –como no podía ser de otra forma- y eligieron los culebrones, talk shows, realitys, en horario infantil. Incluso, y esto es lo más chocante, en todos los canales de televisión públicos, por cierto, pagados con nuestros impuestos y no sujetos a la dictadura de las audiencias.

Televisiones compran series de dibujos al peso

Aún así, con la aparición de las televisiones digitales nacieron canales exclusivamente para los niños, hablamos de Disney Channel, Boing, Clan y Neox (a veces), durante prácticamente las 24 horas del día. ¿Y todos estos canales tienen producciones propias destinadas al público infantil? Pues desgraciadamente ninguno de ellos. Su estrategia de captar audiencias se ha decantado por comprar series de dibujos animados casi todas americanas o japonesas –a veces incluso parece que al peso- donde en muchos casos no es apropiado ni el lenguaje, ni las formas, ni la educación ni el mensaje que transmiten muchos de sus personajes.

Shin Chan

Me ha hervido la sangre cuando he visto la serie de dibujos animados Shin Chan, un niño de 5 años caprichoso, vago, irresponsable y mimado, que casi siempre se sale con la suya. ¿Gusta a los niños? Claro, tuvo durante su emisión en Neox unas audiencias muy apreciables, entre el 4,9 % entre los chicos y el 4,7 % entre las chicas. Más de lo mismo en otra serie, Historias Corrientes, donde es constante el trato vejatorio y la falta de respeto de sus protagonistas.

¿Es positivo el mensaje? En mi opinión, más que no. Es como si intentásemos que las tiernas mentes de los niños entendiesen el cinismo y sarcasmo del perezoso gato Garfield.

Luego nos encontramos con las series de dibujos animados para mayores –Los Simpson, Padre de Familia, Futurama– que pueden llevar a confusión a los más pequeños ya que deben pensar «Como son dibujos son para mí».

Cinismo de las televisiones comerciales

Pero aún así, lo más terrorífico de todo es el cinismo de las televisiones comerciales. Hasta hace poco Telecinco clasificaba su producto estrella de la telebasura (Sálvame, of course) como permitido para todas las edades. No sé muy bien que clasificación tiene ahora, pero desde luego es confusa. En cualquier caso, los ingeniosos productores han plagado de eufemismos para poder hablar de sus chorradas en horario restringido. Sí, deben creer que los niños son estúpidos y que con referirse a las putas llamándolas princesas, a las bebidas alcohólicas agua con misterio o a los diferentes actos sexuales mortero o monedero, así no se enteran de nada. Eso serán los de 5 años, que los que tienen un poco más edad están ya muy espabilados. Afortunadamente los chicos y chicas son más listos que nosotros y estos programas les atraen muy poco.

Lo peor, que les guste ‘Lo que se avecina’

Peor son las series de gran audiencia tipo La que se avecina, que tanto éxito tienen en todos los públicos, incluido el de los adolescentes y preadolescentes. Sobre las series españolas de comedia de este tipo (o las antiguas como Siete Vidas, Aida o Aquí no hay quien viva) hace tiempo tomé la decisión de no ver ni un solo capítulo. Y aunque reconozco que en algunas de las ocasiones tienen gracia algunas de sus escenas y hasta me pueden parecer ingeniosas, nunca he entendido que para hacer reír tienen que tirar del repertorio de la zafiedad, el chiste burdo y la ordinariez ¿Les gusta a los críos? Absolutamente igual que los chiste de caca, culo, pis. No entiendo por qué imponen –supongo- a los guionistas el humor basto y no copian a series cómicas de gran éxito mundial –con su toque a veces picante pero fino- como es The Big Bang Theory.

Viendo como está el panorama televisivo actual para la infancia no sé que es peor, la verdad, que pasen el tiempo viendo vídeos de You Tube o en frente de la caja tonta.

Lo qué sí que tengo claro es que como pasen un tiempo excesivo delante de la tele (sobre todo si es Telecinco) no te extrañe que si son agraciados un día los veas en Mujeres Hombres y Viceversa de tronistas (ellos musculados con tatuajes y ellas neumáticas) y, si no lo son, en el ridículo y humillante programa Cámbiame, donde tendrán que escuchar los comentarios de su inefable presentadora Carlota Corredera y los ridículos disfraces del estilista hortera de bolera llamado Pelayo.

Chema Rodríguez