Un día de campo en las Cascadas del Purgatorio

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pozas y cascada del purgatorio

La primera vez que, junto a tres amigas, fui de excursión a las Cascadas del Purgatorio, a una hora y media de Madrid y en terrenos de la localidad de Rascafría, ya conocíamos bien el Monasterio de Santa María del Paular (edificio cartujo del siglo XIV) y algunos caminos para pasear (que no para hacer senderismo). El tiempo nos acompañó y también las viandas (tortilla de patata, croquetas y bocadillos) de las que hicimos acopio en la cafetería restaurante Porfirio (¡excelente!, en la Avenida del Paular).

Nos gustó tanto el lugar, el magnífico paseo hasta llegar a las Cascadas y los sonidos del agua del arroyo, en cuya orilla nos dimos el merecido festín tras la caminata, que, al año siguiente, decidimos volver acompañadas de los hijos de dos de mis amigas –entonces, hace dos primaveras, de 9, 10 y 12 años de edad).

Excursión a orillas del río y con final de saltos de agua

Las Presillas de Rascafría

En la segunda visita, una vez explorada la zona, acudimos más preparados. Llevamos la comida y la bebida de casa –en mochilas de peso ligero-, una gran manta de campo, que sirvió a su vez como mantel, y nos aseguramos de que la ropa y el calzado de los peques eran los adecuados: prendas cómodas y transpirables, alguna cazadora de abrigo, por si acaso, y gorras. Y, por supuesto, protección solar. La ruta es asequible para todas las edades. Os la recomendamos.

La caminata a pie se inicia en el parking de Las Presillas, frente al Monasterio. El camino es fácil y pronto se llega al Puente del Perdón sobre el arroyo Aguilón, afluente del Lozoya, donde se puede hacer una primera parada en una pequeña pradera. También se puede realizar en la zona de Las Presillas –con piscinas naturales-, pero siempre hay más gente.

Es recomendable seguir hasta Salto Domingo y parar allí para comer; las praderitas y las pozas de agua invitan a ello. Durante el camino se pueden ver vacas, cabras, aves y mucha vegetación. A los peques les encanta –y más, como en nuestro caso, si en el grupo hay una ‘experta’ en naturaleza-. Después del pícnic, a recoger. Recordad llevar bolsas para los restos de comida y basura (no hay papeleras en el camino).

A algo más de media hora ya os toparéis con las Cascadas del Purgatorio; son dos y si se va con niños es mejor quedarse en la de abajo (tiene un salto de agua de unos 10 metros); el ascenso a la de arriba –partiendo del mirador- es un poco más complicado para los peques, que disfrutaron de los lindo junto al agua y crearon su propio campo de batalla para jugar. Toda la ruta está bien señalizada, por tanto, no hay pérdida.

Otra interesante opción o parada es la del Bosque Finlandés, al que se llega también desde el Puente del Perdón, a pocos minutos. Allí –ya os lo hemos recomendado en alguna ocasión- vais a encontraros con abetos y abedules y con una cabaña que antaño funcionó como sauna (sí, como las escandinavas). Pero quizás lo que más llame la atención de todos es el lago con su embarcadero de madera; una belleza.

De regreso, relax y algo más

Antes de volver a Rascafría, se puede realizar otra parada en el Hotel Sheraton Santa María del Paular, que forma parte del Monasterio. Su acogedora terraza de la cafetería bajo porticada es un lugar reconfortante para tomar un café (y unos refrescos los peques). También podéis visitar el Monasterio (la entrada es de 5 euros) y el horario de tarde, de lunes a domingo, es de 16:00 a 19:00.

Ya en el pueblo os recomendamos entrar en el Obrador de Chocolate natural San Lázaro (Avenida del Paular, 35), un auténtico paraíso del cacao natural y artesanal. Os van a atender de maravilla y la única duda es elegir entre sus ricas propuestas; mejor, un poquito de todo y que los más pequeños ayuden en la elección, sin pasarse, claro. Es un negocio familiar, que abre de 10:00 a 14:00, entre semana, y de 10:30 a 14:30 y de 15:30 a 19:00 los sábados y domingos.

Una vuelta por el pueblo, que cuenta con varios bares y establecimientos de restauración y con un acogedor paisaje rural, es un final perfecto antes de volver a casa. Los niños, con su acopio de piedras, hojas, ramas… (en nuestra excursión recogieron de todo ello) y vosotros, como ellos, en busca del sueño más placentero. Os lo podemos asegurar.