Una escapada a Medinaceli, la ‘ciudad del cielo’

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Con la primavera a la vuelta de la esquina, las ganas de disfrutar, al menos de un fin de semana, en un lugar que reúna historia, bellas vistas, tranquilidad, aire puro y buena gastronomía no hemos dudado en optar por la Villa de Medinaceli, uno de los pueblos más bonitos de Soria y de España. El motivo es que cuenta con todas las condiciones que señalamos. Está a poco más de hora y media de Madrid en coche y, una vez en el pueblo, se accede a la Villa elevada en un cerro por carretera. Ya allí, en una explanada natural, conocida como Campo de San Nicolás y que es un balcón al valle del Jalón, comprobaréis la paz y el bienestar que se respira. Eso sí, con opciones de visitas históricas, disfrute culinario y espacio de recreo para los peques de la casa. Y, muy destacable, su luminosidad.

Entrada triunfal por su Arco romano

Muchos han sido los habitantes de este bello municipio desde sus remotos orígenes (celtíberos, romanos, musulmanes, cristianos…), pero su esplendor llegó con el título concedido a Luis de La Cerda como primer duque de Medinaceli en el siglo XVI. Aunque de su valioso legado histórico dejaron huella todos sus lejanos ‘antepasados’.

Uno de los más significativos es su Arco romano, el único de España con tres puertas: la central para la entrada de los carruajes y animales de carga a la villa y las laterales para los viandantes. Se construyó en el siglo I a órdenes del emperador Domiciano (luego fue rehabilitado en tiempos de Trajano). Fue en esa época cuando el lugar pasó de llamarse Medinat Salim (denominación árabe) a Medina Coeli, que responde a ‘ciudad del cielo’, y es cierto porque Medinaceli está abierta al cielo, al sol, a las nubes y a la luz. El Arco está reconocido como Monumento Histórico Artístico Nacional.

El recorrido imprescindible

De la muralla árabe, que rodeó el municipio hace unos 2.000 años, quedan solo restos, muy pocos, porque la que es conocida como Puerta árabe pertenece realmente al gótico mudéjar.

Otro referente histórico es el castillo -en la parte oeste del cerro-. Se construyó –probablemente en el siglo XIV- sobre una alcazaba árabe para convertirlo en residencia de los duques de Medinaceli. Pero, finalmente, los nobles habitaron muy poco tiempo el castillo y trasladaron su residencia a un palacio de la Plaza Mayor. Del castillo queda muy poco: los muros y restos de torreones y, tras ellos, está el cementerio de la Villa.

En cambio el Palacio Ducal, en la porticada Plaza Mayor -que fue construido por el arquitecto Gómez de Mora, responsable, entre otros edificios, de la Casa de la Panadería de la Plaza Mayor de Madrid- se rehabilitó en 2008. Había sido prácticamente destruido durante la Guerra de la Independencia y hoy alberga Medinaceli DEARTE, un centro cultural con diez salas y que acoge desde el Festival de ópera de la villa a exposiciones o conciertos de verano. Está reconocido como Bien de Interés Cultural.

Aunque hay mucho que ver (también fuera de la Villa) otra visita imprescindible es la de la Colegiata de Santa María de la Asunción, de mitad del siglo XVI, de estilo gótico y construida sobre una iglesia románica.

Relax, ocio y buena comida

Volvemos al Campo de San Nicolás. Esta explanada con bellas vistas cuenta con bancos de piedra para descansar y admirar mientras los chiquillos pueden disfrutar de los columpios en el área infantil -recientemente rehabilitada- al aire libre-. Antes de tomar algo en algunas de las terrazas que recorren la calle una vez atravesada la zona natural, podéis realizar una ‘deliciosa’ parada en el Convento de las Hermanas Clarisas de Santa Isabel. Fue fundado en 1528, como abadía franciscana y hoy pocas veces se puede acceder a él, pero sí a su torno, donde las religiosas os atenderán para venderos sus estupendos dulces elaborados por ellas. Destacan las rosquillas de anís, las pastas castellanas y las pastas de romero.

¡A comer… y muy bien!

Toda la Villa de Medinaceli -y también la zona urbana en la parte baja del municipio- desprende humo y olor de sus fogones, de sus afamados asados. Pero destacamos el coqueto restaurante El Aljibe, en el número 11 del Campo de San Nicolás. Su nombre responde a su edificación sobre un aljibe romano.

Es un local con capacidad para 50 personas, muy bien gestionado y atendido y con una estupenda terraza con estupendas vistas. Pero lo mejor sale de su cocina, especializada en gastronomía castellana con toques de modernidad. Además del cordero asado y el cochinillo frito, sus embutidos, quesos, patés, sus migas y sopa castellana, su revuelto de huevo, manzana, pasas y morcilla, la carta ofrece muchas propuestas, entre las que destacan sus tartas caseras de chocolate y queso. Une calidad y buen precio. Está abierto todos los días, excepto los miércoles, de 9:00 a 24:00. Cuenta con bar (cerrado en horario de restaurante, de 13:00 a 16:00). Teléfonos: 975 32 61 38 y 653 79 85 68. Una sugerencia para chuparse los dedos.

Junto al restaurante está la Oficina de Turismo, en la que os informarán de excursiones cercanas a esta localidad, como el Yacimiento museo de Ambrona, Romanillos –que conserva parte de la calzada romana- o el pueblo medieval de Somaén.