Estamos en verano, con temperaturas extremas en muchos casos, y todos buscamos la forma combatir el agobiante calor de muchas formas, con mayor o menor éxito. Una que a los peques les gusta más, es sin duda, un buen chapuzón en la piscina, y como no, también comerse un rico helado. También a nosotros nos apetece un helado de vez en cuando. En verano son un capricho ‘asumible’.
En las heladerias y supermercados podemos encontrarlos de muchas clases, aunque legalmente podemos distinguir hasta ocho categorías, que varían notablemente en su composición -según la OCU en su informe Helados: guía de compra-. Existen helados de grasa láctea (de origen lácteo), no láctea o de agua.
De qué están hechos
Se elaboran en heladeras, que enfrían el producto mientras lo baten para conseguir una buena estructura. Pero resulta sorprendente que pese a su «consistencia», la mitad de un helado es aire, y la otra mitad una combinación de grasas, proteínas, azúcares y agua en proporciones muy variables.
Según el informe de la OCU, su composición varía. Pero por ponernos en antecedentes podemos decir que se componen de aire agregado (50% vol), que es lo que les da la esponjosidad y blandura; agua, entre un 50% y un 60% de la parte que no es aire, usada para congelar el helado. Entre un 3% y un 5% del helado son proteínas, principalmente de procedencia láctea, e impiden la formación del agua en grandes trozos de hielo; los azúcares son otra aparte importante de sus ingredientes, que oscila entre el 15% y el 20% de la composición del helado, dándole dulzor y mayor cremosidad. Y por último, la grasa que determina la calidad del helado y su textura, con unos valores entre 5% y el 15%.
¿Engordan los helados?
Lo primero, dejar claro que son un alimento con un valor nutricional incuestionable, aunque muchos deberían contener menos grasa y menos azúcar.
La aportación de calorías a nuestro organismo varía sustancialmente dependiendo del tipo de producto. Todos los helados llevan azúcar, aunque en porcentajes muy diferentes. No es lo mismo un helado de agua, como el sorbete donde todas ellas proceden de su alto contenido en azúcar, calorías vacías y sin ningún valor nutricional; que un helado de base de leche, que aporta entre 180 y 200 kcal por 100 gramos frente a los 83 kcal de los de agua.
La gran mentira de los helados light o los de yogur
El yogur helado o helado de yogur está de moda. A muchos les gusta cuidarse, pero es muy difícil resistirse a comerse uno en verano, y pensamos que si son helados light o de yogur será «más sano» para nuestra salud. La palabra yogur les proporciona un halo de salud y ayuda a venderlos mejor, como si fuesen un pecado más venial. ¡Todo lo contrario! Dará igual.
Los helados light y los sin azúcar apenas tienen diferencias con los convencionales en lo que a aporte de calorías se refiere, puesto que el azúcar no es el ingrediente que más energía aporta a los helados, sino las grasas, y los productos sin azúcar también suelen llevar.
Sobre el yogur helado no es lo que parece ser, pues realmente no es un yogur, poco tiene que ver con lo que serían los helados de yogur, y es un helado con sabor a yogur, lo que incluye azúcar y grasas en altas cantidades. Tiene el doble de azúcar y grasas saturadas que un yogur natural, y como ejemplo el Yolado de Danone, lleva cerca del 1,6% de grasa. Si estuviera hecho con leche desnatada, el contenido en grasa debería ser, como máximo, del 0,3%. Pero si es considerado un helado, no tendría nada de sorprendente. El gran problema reside cómo las compañías lo han querido popularizar entre la sociedad.
El informe también, en sus análisis, viene a decir que el «peor» es el americano, por ser el más graso de todos, más del 10% de grasa del total de su peso. Y ya nos os cuento si le añadimos toppings que tan de moda están, como los que podéis encontrar en establecimientos como llaollao, com multitud de tiendas y franquiciados por toda España.
Si lo que queréis es un buen helado natural en verano, seguir estas dos recetas de helados caseros para hacer con los peques que os encantarán.
